domingo, 5 de julio de 2009

Seamos constructivos

Después de mucho tiempo seducido por su oscura belleza, he decidido renunciar para siempre a la crítica destructiva. Sí, es reconfortante destruir totalmente una idea que carece de sentido, se siente bien eliminar esas ideas que supuestamente contaminan el espacio público. Pero después de mucho pensar creo la crítica destructiva apela a las emociones y prejuicios más bajos del ser humano: a la necesidad de demostrar superioridad cuando todos somos iguales, a la búsqueda de un progreso intelectual que es una simple quimera, a la infundanda creencia en una verdad absoluta que no existe.

Aclaremos. Por crítica destructiva entiendo aquellos esfuerzos que están dirigidos a demostrar la falsedad de una idea, de un planteamiento, sin hacer esfuerzo alguno por rescatar aquellos elementos positivos que pueda tener. Como ya dije, esto es naturalmente nefasto, y creo que la moral humana ha evolucionado a un punto donde no es aconsejable en circunstancia alguna. Por mucho que un planteamiento esté del todo errado, tenemos que tomar en cuenta que al exponer su error, la persona quien emitió el pensamiento se sentirá ofendida, y su valoración de si mismo descenderá. Cualquier persona que dé mayor peso a un valor abstracto como la verdad que a las emociones de un ser humano es un monstruo carente de cualquier sentido de solidaridad o simpatía.

Entonces, ¿qué debe hacer una persona ética cuando en una discusión le plantean algo que a su juicio es absolutamente falso, que cree que hace daño y merece ser descartado? Pues la respuesta se encuentra en la idea de la crítica constructiva, uno de los avances morales más poderosos de la modernidad.

La crítica constructiva plantea que por mucho que uno piense que una proposición sea falsa, enga
ñosa, o haga daño como idea, es reconecer la humanidad de quien propone un punto de vista buscar algún elemento rescatable del planteamiento, y utilizarlo para mejorar y perfeccionar el planteamiento inicial. Algunos dirán que eso termina validando, aunque sea parcialmente, un argumento con el cual no se está de acuerdo. Esta gente diría que al reconocer elementos de verdad, se está permitiendo que una idea inferior comparta con otras mejores, que se está abriendo un espacio para que se difundan creencias que pueden hacer mal. Según ellos, para evitar que estas ideas cobren una validez inmerecida, es necesario usar la crítica destructiva.

Esta línea es simple y llanamente inmoral. En primer lugar, presenta que hay ideas "buenas" y "malas", y:
¿quién es uno para emitir juicios de valor acerca de lo que piensan otros seres humanos? Uno es simplemente una persona, igual que todas los demás, sin el menor derecho a pretender superioridad de algún tipo. En segundo lugar, no reconoce las consecuencias emocionales, ya mencionadas, de destruir las ideas de otra persona. Por último, decir que da una validez inmerecida ignora completamente la lógica de la crítica constructiva. El simple hecho de que una idea sea producto del pensamiento humano la hace válida, independientemente de la lógica que la sustente. No existe tal cosa como "validez inmerecida".

En conclusión, la crítica constructiva es un acto generoso que reconoce que todas las ideas son igualmente válidas por el simple hecho de estar expresadas por una persona. Esperemos que con estas líneas haya contribuido a destruir la infame y primitiva costumbre de la crítica destructiva.

3 comentarios:

Manuel Andrés Casas dijo...

Estoy totalmente en desacuerdo con ese planteamiento. Una cosa es someter una idea a un escrutinio intelectual que puede, o reforzarla, o anularla y otra es ser ofensivo a la persona que emite el juicio o la idea.

Me parece que al poner los sentimientos humanos por encima de valores abstractos, pero fundamentales, como la verdad se está incurriendo en dos errores: primero, tener la concepción de que los "delicados sentimientos" de una persona son una prioridad absoluta, con eso se puede caer en una espiral descendiente de tolerancia a la mediocridad que nada bueno traería; segundo, se corre el riesgo de devenir en un continuo biempensantismo que traería como consecuencia inevitable la eliminación de cualquier postura políticamente incorrecta o potencialmente ofensiva, lo cual representa un serio atentado contra la libertad de pensamiento y expresión.

Si uno no puede discutir con alquien y debatir ideas nuestras ideas se irán progresivamente debilitando. Se convertirían en frágiles y escueta "ideas de cristal" pues es necesario tener en cuenta que la fuerza de una corriente de pensamiento es directamente proporcional al tiempo que pasa en la palestra recibiendo y remediando los ataques y críticas que recibe.

Por ende más que renunciar a la crítica como tal pienso que sería más conveniente renunciar a la ofensividad, reteniendo la crítica pero haciéndola siempre sin la intención de ofender, si alguien dice 2 + 2 = 5 se le puede apuntar, sin ser ofensivo, lo erróneo de su razonamiento.

Igor Zurimendi dijo...

Aprovecho tu comentario (muy bien escrito por lo demás) para apuntar que las ideas expresadas en el post tienen un propósito enteramente satírico. Estrategia naturalmente riesgosa que en este caso parece haber sido un fracaso. Pensé que con frases como "oscura belleza" y una preocupación exagerada por la sentimentalidad iba a quedar claro.

jontxu dijo...

Para los que no se recuerdan de su quimica, la escala de pH va del 1 (acido) al 14 (alcalino). Pero los acidos y los alcalis concentrados se salen de la escala.
Te anotaste un solido -5...lastima que algunos trataron de leerlo con un pHmeter standard y se les quemo.
Fabuloso