lunes, 26 de enero de 2009

Un despotrique romano

Buscando el origen de la frase que titula el post anterior (o tempora, o mores; Oh, los tiempos, oh las costumbres), me encuentro con esto:

Quo usque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? Quam diu etiam furor iste tuus nos eludet? Quem ad finem sese effrenata iactabit audacia?

¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros? ¿Cuándo acabará esta desenfrenada audacia tuya?

Primera Catilinaria, Marco Tulio Cicerón, siglo I A.C.

Se siente extrañamente apropiado.

domingo, 25 de enero de 2009

O tempora, o mores

Ayer tuve una discusión con una amiga sobre qué es la alternabilidad. ¿Es la posibilidad o capacidad que tiene algo de alternar? ¿O es sinónimo de alternancia? Quedamos en que lo iba a buscar en el diccionario, para ver que dice (se apeló al nefasto Larrouse*, pero no me pareció convincente). El caso es que, sorprendemente, la palabra no existe. No sale en el DRAE, lo buscas en Google y no hay ni un resultado de búsqueda que sea una definición. Lo que sí existe es "alternativo", que al buscarlo en el diccionario tiene ambas acepciones (Que se dice, hace o sucede con alternación; o capaz de alternar con función igual o semejante.).

¿Cómo hicimos para elevar a principio constitucional la "alternabilidad en el poder", que no hay forma de saber que significa? Entiendo que nuestra constitución es de vanguardia, pero no había necesidad de inventar conceptos que solo se aplican acá. Entonces, para aclarar dudas, o más bien reconocer la realidad, propongo una definición:

Alternabilidad

1. m. Ven. Vocablo de vanguardia cuyo significado depende de la orientación política personal.

* 1. m. diccionario de escasa confiabilidad

sábado, 24 de enero de 2009

Apología a las trancas

Retomo el rol de apologista para defender, ahora con toda sinceridad, las trancas (para aclarar, las trancas a la entrada de la universidad que impiden que la gente llegue a clases). No es una causa que esté en particular necesidad de defensores, como lo era la de los camioneteros, ni una que se preste a hacer los chistecitos irónicos que tanto me gustan, pero me parece que hay una defensa coherente al asunto que va un tanto más allá del "no queda otra).

Tupi argumenta que trancar la universidad es anti libertario y por ello condenable. Yo prefiero enfocarlo de otro punto de vista: impedir el acceso a la universidad puede perfectamente ser una solución a un problema de acción colectiva. Imaginémonos por un momento que todos los estudiantes, si pudiéramos escoger, preferimos no tener clases y marchar, pero que si hay clases, preferimos asistir a marchar. Como los incentivos individuales que se le presentan a cada estudiante lo llevarían a asistir a clases si hay, lo que ocurre es que nadie marcha (para un ejemplo de esta situación, véanse el lunes 19 o martes 20), a pesar de que eso es lo que quieren. Entonces las trancas surgen como una solución a este problema: obligan a la cancelación de clases y exámenes y por tanto permiten al estudiantado ejercer su verdadera preferencia.

Claro, este planteamiento está plagado de suposiciones que pueden ser falsas: no sé si la mayoría prefiere marchar que ir a clases, ni sé si la gente que prefiere tener clases le gustan mucho más las clases de lo que gusta a los marchistas marchar, etc. ; pero sin embargo me parece un planteamiento lógicamente consistente. Las trancas realizadas por los iluminados, en nombre de los estudiantes, al forzar la cancelación de clases permiten a los estudiantes marchar sin preocuparse, lo cual es lo que quisieran hacer si pudieran expresarlo.

Esto no justifica de modo alguno, eso sí, trancas de autopista ni nada por el estilo, de hecho, la idea me desagrada profundamente. Ahí no estás resolviendo un problema de acción colectiva, simplemente estás buscando el mayor impacto mediático con la menor cantidad de gente posible.

jueves, 15 de enero de 2009

Palabras de usos múltiples

En la Escuela de Administración y Contaduría:

- Secretaria: Tienes como sucio atrás.
- Yo: Eso es paja.
- Secretaria (con cara horrorizada): ¿Cómo?
- Yo: En el sentido de grama seca, digo.
(Salgo de la escuela).

martes, 13 de enero de 2009

Cuestión de clase I: populares, cívicos y responsables

He aprendido a querer y aceptar la expresión "clases populares". Hasta hace poco me parecía ilógico usar un término que en sí mismo no tiene significado alguna, pero ahora he visto la luz y reconozco mi error. No se puede llamar a este grupo de personas "pobre", les hace sentir como si tuvieran menos recursos que el resto, en otras palabras, les echa su condición en cara con toda sinceridad y eso es inaceptable en una sociedad moderna. "Marginales" es peor aún, con una sola palabra destruye cualquier sentimiento de fraternidad entre clases al poner a ciertas personas "al margen" de la sociedad. "Clase baja" es horroroso, genera un sentimiento de inferioridad que carcome el tejido social y atrofia el sentido de superación: es una condena lingüstica a una condición socioeconómica. En cambio, el hablar de "sectores populares" no recuerda a nadie de nada, no tiene imágenes asociadas, es un lienzo vacío que podemos llenar con las aspiraciones de un futuro mejor.

Pero esto nos deja con un pequeño problema: ¿podemos, en una sociedad ética, continuar usando términos que corroen la unidad social, como "clase media", "clase alta", o peor aún, horror de horrores, "ricos"? La respuesta es un rotundo no. ¡Inaceptable!

Propongo por tanto reemplazar estas expresiones que solo crean odio y malos ratos. A la clase media la debieramos llamar "sectores cívicos", sin entrar así en odiosas comparaciones, y quitando la pesadísima carga moral y psicológica de sentirse en el medio de todos los problemas. Por otra parte, a los ricos los debemos llamar "clases responsables" o "comprometidas", recordándoles de las obligaciones que tienen con la sociedad por sus privilegios. Además, creo que va muy en sintonía con la responsabilidad social y servicio comunitario que son los deberes morales de cualquier ciudadano que quiera merecer esa distinción.

Con estos pequeños cambios en términos, creo que podemos avanzar a una sociedad mejor, y dar el primer paso a la reconciliación nacional, seamos populares, cívicos, o responsables.

domingo, 4 de enero de 2009

Metiendo las patas en el barro

He decidido ignorar la advertencia de mi amor platónico y hacer una aclaratoria sobre el conflicto palestino-israelí. Hay un error que se ha popularizado con respecto a este conflicto, quizás porque da una explicación sencilla a un problema complejo: que el conflicto de una forma u otra ha durado más de 4000 mil años y que por eso no hay solución posible.

Sí, es cierto que donde viven israelíes y palestinos no ha sido zonas más pacíficas de la tierra, pero por un buen rato hubo un grado de paz por ahí. No voy a ponerme a recitar todos los conflictos de la zona desde la prehistoria, pero hubo paz en bajo los persas, y paz bajo los seleúcidas, ni más ni menos que en otros lados. Después caen bajo control romano, y la región se caracteriza por ser un centro de rebeliones. Sin embargo, en el siglo II (quizás el siglo con menos guerras en la historia de Occidente), el emperador Adriano aplasta una rebelión judía en lo que entonces era la provincia de Judea, matando más de medio millón de judíos, y haciendo de otros tantos esclavos. Convencido de que ese era un pueblo rebelde y terco que no entendía de paz, tomó medidas para destruir para siempre a Judea como foco de rebelión: le cambia el nombre a Palestina, vuelve a prohibir la entrada de judíos a Jerusalén, y toma una serie de medidas en contra de la religión judía. Después de ahí pasa a ser una provincia romana cualquiera, sin causar particulares problemas, sucesivamente, a romanos, bizantinos y árabes, y hasta las Cruzadas (tres siglos muy sangrientos, eso sí) Judea/Palestina no vuelve a ser foco de conflicto. Posterior a las Cruzadas, como provincia mameluca y después turca, tiene 6 siglos de paz relativa hasta la fundación de Israel.

La parte del mundo que hoy es Israel y Palestina no ha sido un idilio, lleno de paz, amor y fraternidad ¿pero que región del mundo lo fue? Hasta hace poco la Tierra era un lugar extremadamente violento en todos lados. De hecho, comparado con el historial de regiones como el norte de Italia, Sicilia, Bélgica, o los Balcanes (solo por mencionar lugares en Europa) , creo que hasta se podría decir que Judea/Palestina ha sido una zona pacífica. La idea de que las tierras que ocupan hoy los israelíes y palestinos estás condenada por la historia a estar plagadas de violencia es un invento reciente de periodistas buscándole una explicación original al problema. Creo que hay suficientes causas de verdad para tener que inventarlas.

viernes, 2 de enero de 2009

Parado en un semáforo

Detesto manejar. Lo odio con una intensidad que es hasta peligroso. Peligroso porque en la medida de lo posible estoy haciendo otras cosas mientras estoy manejando, ya sea cantar en voz alta, intentar escribir un mensajito, pensar en cualquier cosa o hablar con la persona que tengo al lado, con predecibles consecuencias para mi ya pobre capacidad de manejo. Por eso manejo muy poco, principalmente en las noches para desplazarme a alguna clase de reunión y tengo la firme convicción de que si llego en en algún punto de mi vida a verme en la triste situación de manejar todos los días voy a terminar en alguna clase de choque espantoso.

Mis experiencias al volante deben ser entonces la envidia de todos los caraqueños. Caracas después de las ocho de la noche no tiene las colas inmensas que la caracterizan de día: mi velocidad promedio al volante debe ser cuando menos 60 km./hora, en vez de 10. Otra cosa que pasa es que tengo una relación particular con las leyes de la carretera. Lo del celular lo respeto porque aprecio mi vida, pero las demás son enteramente opcionales. Me han enseñado la idea que pararse en un semáforo caraqueño es más peligroso que comerse la luz, con lo que lo de los semáforos es meramente referencial.

Creo que mi forma de tratar las leyes de la carretera tiene mucho de parecido con como los venezolanos vemos la legalidad en general: respetarla es opcional. De hecho, fue parado en un semáforo a la una de la noche, con Polibaruta a 10 metros y cantidad de carros comiéndose la luz, que mi vino la idea a la mente. Y en buena medida es culpa de las leyes; nadie respeta el límite de velocidad porque en muchos casos es un absurdo, la cantidad de papeleo necesaria para hacer todo legalmente es tal que racionalmente escogemos no desperdiciar nuestro tiempo en eso. Pareciera que buena parte del esfuerzo de los legisladores venezolanos tiene como objetivo multiplicar las oportunidades de corrupción: entre el SENIAT, con su RIF, NIT, y equivalentes, CADIVI, ONIDEX, y toda la sopa de letras de organizaciones ¿cuántas veces no parece más fácil pagarle a alguien para resolver el problema? La solución obvia es eliminar legislación: hay leyes tan malas que la corrupción es mejor que su cumplimiento. Pero eso es una discusión para otro día.