lunes, 8 de junio de 2009

Cosas que no debiera andar diciendo

El otro día tuve una discusión acerca de la venta de órganos y la conveniencia de legalizarla. Es un tema que tiene sus complicaciones, pero en principio es difícil atacarla. Casi todos estamos de acuerdo que somos propietarios de nuestros cuerpos, y tenemos el derecho de hacer con ellos lo que nos viene en gana, si no daña a terceros por supuesto. Algunos añadirían y si no ofende a nuestra dignidad, y a las buenas costumbres, cosa que no comparto (lo que es digno lo define cada quien) pero para efectos de esta discusión es irrelevante si se incluyen o no. El caso es que vender tus órganos no causa daño a nadie, y más bien benificia enormemente a quien lo compró. Tampoco veo como se puede que dar más y mejor vida a otra persona puede ser poco digno, o atentar contra las buenas costumbres. Queda claro entonces que la prohibición de la venta de órganos se basa en las consecuencias que puede tener (un tema muy complicado y enteramente especulativo) y no en algún poderoso principio ético.

El tema de la poligamia no tiene nada que ver con el anterior, excepto que es otra idea que me paerece difícil atacar en principio y no por sus consecuencias. Ha existido en cantidad de sociedades sin que estas colapsen, y no es más que un acuerdo consesuando de derechos y obligaciones entre partes. Uno no querrá ser polígamo, pero nadie nos da el derecho de imponer nuestros gustos a los demás. Oponerse a una poligamia bien entendida e igualitaria, entonces, se debiera basar más en el desastre que sería legalmente (si el divorcio normal ya es complicado, imagínense), que en que no sea aceptable a priori.


Quería poner estas ideas sobre papel porque son temas interesantes, que en mi mundo ideal liberal la gente tendría la libertad de hacer. Pero honestamente que estas no son cosas que debemos andar diciendo los que creemos en el liberalismo político, y es parte de nuestro problema como causa. El liberalismo purista, como ideología, está repleto de propuestas que están buscando a quien le interesen. Yo nunca he conversado con un polígamo en potencia, pero aún así tengo ideas sobre el tema. Nace de una forma de pensar que nos dice
¿por qué no?, en vez de ¿por qué si?, de presuponer que la libertad siempre es buena, de no saber cuando parar. No podemos oír hablar de privatizar una empresa sin decir que queremos privatizarlas todas, ni de legalizar la marihuana sin mencionar legalizar todas las demás drogas. Y la consecuencia de no saber cuando parar es que quedamos como unos locos. Si queremos ser aceptados, relevantes, a callar, al menos a veces.

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