viernes, 22 de agosto de 2008

En Reclamación

Hay pocas cosas que le gusten más al ser humano en general, y al venezolano en particular, que reclamar. A mí me parece de lo más sano: en vez de aceptar la mediocridad que nos rodea, nos quejamos de ella y reclamamos con la optimista esperanza de que alguna fuerza nos dé respuesta. Sin embargo, en nuestro querido país a veces llevamos todo este tema de las reclamaciones un pelo demasiado lejos.

El ejemplo más clásico debe ser nuestra absurda pretensión sobre el Esequibo. Ya vendrán los nacionalistas a decir que el Esequibo es una parte inseparable de Venezuela, que desprendernos de nuestro querido apéndice es como quitarle un brazo o una pierna a Venezuela (o a cada venezolano, a los nacionalistas les gusta exagerar). Algunos dirán que generaciones de venezolanos van a tener que reaprenderse la geografía venezolana (reto a cualquiera a nombrar un centro poblado del Esequibo para que se den cuenta que no se pierde mucho), que (y esto sí es verdad), que el mapa de Venezuela se ve mucho más bonito con el Esequibo colgándole del Este cual cachito deforme. Los docentes mencionarán el indudable valor educativo que tiene la Zona en Reclamación como una representación de que nunca debemos renunciar a nuestros derechos, o por ser la primera vez que entramos en contacto con las líneas diagonales, esas que tradicionalmente marcan a este territorio.


Yo opino que ya es hora, como colectivo, que superemos el tema. Yo sé que va a ser un proceso traumático que 26 millones de personas, que no conocen ni al lugar ni a su gente, se desprendan así como así de la Zona en Reclamación. También estoy consciente que va a ser un duro golpe a la autoestima del esequibano (que habla inglés y seguramente nunca ha ido a Venezuela) saber que hemos perdido interés en ellos, que ya no son causa de conflictos internacionales ni roces diplomáticos. Por eso propongo que nos den alguna clase de indemnización: una Autopista de la Concordia que conecte a Georgetown con Tucupita, y un Monumento a la Fraternidad entre Pueblos en la Carlota me parecería un buen comienzo.


Pero a pesar de ser el ejemplo más clásico de reclamaciones venezolanas, existe una variedad de casos adicionales que se destacan por su futilidad. En la oficina hay un mapa de Venezuela bien simpático, que señala campos petrolíferos y otros aspectos de la geografía petrolera, pero también muestra algo que al menos a mí no me enseñaron en el colegio: las "zonas con sobreposición de límites" entre los estados venezolanos. Aparentemente, Mérida le reclama a Barinas y a Zulia, un estado muy controversial que tiene problemas con todos sus vecinos; Portuguesa está en un litigio con Lara, Barinas y Cojedes, quien a su vez le reclama a Yaracuy, quien le reclama a Falcón; Guárico anda peleado con Aragua y Anzoátegui; y Bolívar y Delta Amacuro tienen un rollo por unos territorios del tamaño de Miranda (que es muy seriecito y no se puso a seguirle el juego a los demás).


¿Qué esperanza tiene un país cuyos estados, en el caso de Mérida y Zulia, se han peleado desde la Independencia por un bojote de pueblos miserables al Sur del Lago? ¿A alguien le cabe en la mente porqué Mérida está urgida de acceso al mar? ¿Y porqué nadie se ha sentado a resolver esta idiotez? Lo único que se me ocurre es que los estados venezolanos secretamente albergan sueños independentistas, y cuando Guárico y Zulia sean independientes, fieles a sus orígenes, quieren tener reclamaciones inútiles sobre sus vecinos. ¿Alguien más tiene ideas?

2 comentarios:

Neumann dijo...

Excellent as always!

Manuel Andrés Casas dijo...

¿pueblos miserables del sur del lago?
Igor, no seas tan despectivo con una zona que nos trajo al mundo a nuestro gran lider carismático, el que está destinado a ser el que redima a Venezuela del comunismo, nuestro siempre alabado y ensalzado Manuel Rosales