domingo, 23 de mayo de 2010

Homosexuales, judíos, sincalistas y comunistas

La enfermedad inglesa se pone peor a medida que la temperatura sube. Estos días está haciendo como 25 grados afuera, y el comportamiento extraño abunda. Varias señales vi en el camino al supermercado ayer.

Primera señal, gente descalza en la calle. No, no el clochard (de paso, en venezolano usamos recogelatas pero si no hay latas que recoger que viene a ser esta gente?) que estaba haciendo abdominales apoyado contra un pipote de basura. No, es gente perfectamente normal que anda caminando descalza por la calle, gente que veo en la biblioteca casi todos los días. Inexplicable, ya con la profileración de cholas tengo problemas.

Segunda señal es el asiático que anda no sólo descalzo pero sin camisaa haciendo compras en el supermercado. Por mi tiene pleno derecho de hacer lo que le viene en gana con su cuerpo. Eso sí, yo tengo mi derecho a mirarlo con caro de desaprobación, pa que no empiece a pensar que lo que está haciendo es conducta de gente civilizada. Y eso hice, pero para mi sorpresa nadie me apoya. Cómo vamos a controlar esta conducta aberrada sin presión social?

La tercera señal tiene que ver con el grupo que protesta por derechos animales en frente al teatro. Tristemente protestar por una causa ridícula y decir que Oxford es un lugar de muerte y sufrimiento no es algo que tiene que ver con las inusitadamente altas temperaturas, esos idiotas están ahí todos los sábados. El caso es que les paso al lado y oigo a un señor hablando con los manifestantes. Tristemente no oí más que estas cuatro palabras: "Homosexuales, judíos, sincalistas y comunistas". Serán ellos los responsables de todo esto?

lunes, 10 de mayo de 2010

Aberrado y contranatura

Yo no bailaba nunca en Venezuela. No soy particularmente bueno, y por eso no lo disfruto particularmente. De paso, es la misma razón por la que no juego deportes: simplemente no es divertido hacer algo en lo que apestas. No se preocupen que el aire inglés no me ha hecho cambiar estos principios. Au contraire, ha confirmado mis tendencias anti-baile.

Les explico. Bailar en la madre patria podía ser cansón y rara vez me sometería voluntariamente a oír la música que generalmente acompaña al baile. Pero tenía un gran beneficio: podías estar cerca de una mujer, menos de medio metro sería la distancia más común. No que sea un pervertido, pero no es nada desdeñable.

Acá, mientras tanto, la música no sólo es (aún) peor. Tampoco es asunto de que la gente baila tan mal que causa pena ajena, o que la mujer inglesa promedio es feíta y viste terrible (pondría fotos pero es de mal gusto). Lo que me mata acá es la distancia. 3 metros es la distancia estándar de baile, y en mi experiencia no hay cantidad de alcohol que la reduzca. Y tampoco es que estés garantizado de estar a tres metros de una persona del sexo opuesto. No vale, puedes estar a tres metros de cualquiera: hombre, mujer, amigo, extraño, todo da igual. Pareciera que la gente encuentra placer en el mero acto de bailar, no en el hecho de estar bailando con alguien. Es una conducta aberrada y contranatura. He dicho.

domingo, 2 de mayo de 2010

Amateurs de sol

Llegó la primavera a Europa y con ella uno de esos divertidos choques culturales que tanta gracia nos hacen. Aunque ya volvió a la normalidad de un cielo permanentemente nublado, hubo un par de semanas en las que hubo un solazo impresionante. Con el sol también viene la reacción del europeo; la desesperada búsqueda de poner piel en contacto con sol que lleva a la gente a andar en ropa de playa aunque hagan 12 grados afuera.

La cultura venezolana es una cultura de sombra, sin duda. Hasta en mi querida Caracas, donde estar en el sol no necesariamente implica sofocarse del calor, nos agrada el sol, sí, pero de lejitos. Nadie sale sin necesidad de la sombra, y hay alguna clase de pudor acerca de usar ropa playera fuera de la playa.

Acá mientras tanto existe un cultura que en ausencia de sol tiene escasa idea de qué hacer cuando aparece. Las cosas grotescas que suceden: la gente medio insolada, el uso abusivamente frecuente de cholas, sandalias y afienes, los pantalones blancos cual mafioso cubano, la ropa que revela lo que debe permanecer para siempre oculto, los inapropiados lentes de sol; yo creo que es por falta de costumbre. Estoy en presencia de amateurs solares a los que aún les falta mucho por aprender.