martes, 27 de octubre de 2009

Pregunta cretina III: en el supermercado

Sonará patético e inmaduro pero antes de mi mudanza a Oxford tenía muy escasa experiencia de compras, por no decir nula. Cómo mis queridos lectores seguramente anticipan, para el no iniciado el supermercado presenta un sinfín de preguntas cretinas, desde encontrar la sal (ya la conseguí) o el té (hasta el día de hoy ni idea), a cómo cocinar las vainas que te pasan por delante. Pero lo que más me confunde son los precios.

El ejemplo de hoy es la cola. Una botella de dos litros de Coca-Cola cuesta libra y media. La marca del supermercado cuesta una libra la botella. Dizque con sabor mejorado. Sin duda estos precios tienen sentido, yo al menos estoy dispuesto a pagar media libra más para beber algo que conozco, de un sabor al que ya me acostumbré, y seguramente habrá gente que no. Pero después hay cola del supermercado "básica". Cuesta 19 peniques, y aparentemente existieron suficientes dudas sobre el tema que necesitan aclarar que tiene gas. Esto me lleva a las preguntas cretinas del día:

¿Cómo carrizo lograron que esto cueste 5 veces menos que la cola no básica? Y, ¿de qué estará hecha que cuesta tan poco?

martes, 13 de octubre de 2009

Psicología de clase

No es una teoría sociológica nueva, sino un fenómeno interesante que he observado en mi nuevo salón. En todo salón de clases hay gente que copia mucho y gente que copia poco. Hasta hace poco, yo era de los que no copiaba casi nada en clases. Si me hacía falta algo más extenso, se lo pedía a un amigo.

La dinámica cambia cuando estás en un salón nuevo con gente nueva, a un nivel superior. No sabes que saben los demás, que conocimiento tienen que les permite entender algo que tú no entendiste. Cuando ves a tu vecino copiar algo que ignoraste, te comienzas a preguntar si lo que creías era un detalle instrascendente es algo sumamente importante. Naturalmente tú no eres el único. Todos andan en las mismas. Entonces tienes a gente copiando en cadena, la inseguridad de uno reforzado la del otro, hasta que todos terminamos copiando idioteces innecesarias por el miedo a estar perdiendo algo.

domingo, 11 de octubre de 2009

Principios de vida

Mi periodo favorito en la historia es la Francia del siglo XIX. Es la historia de un país profundamente dividido, por región, por clase, pero más que nada políticamente. Un país dónde monarquistas (y de más de un tipo) tienen que convivir con republicanos, liberales con socialistas, anticlericales con creyentes, donde existían casi todas las opiniones políticas imaginables. Y todo esto, no en un paísito insignificante, sino en Francia. El caso es que me leo un libro de la época, y me encuentro con esta cita. Me cuesta mucho traducir la cita entonces va en inglés.

"I understand passions, shady interests, even vices. I do not understand stupidity, and I do not resign myself to it."
-Francois Guizot

Me siento muy identificado, y creo que habla por si sola. De paso, es el tipo que de verdad inventó la famosa cita de quien no es socialista (en su caso republicano) a los 20 le falta corazón, pero a quien lo es a los 30 le falta cerebro, tan adaptada. También tiene esta perla:

"Pueden amontonar sus calumnias todo lo que quieran: jamás alcanzarán la altura de mi desdén."

sábado, 3 de octubre de 2009

La imporancia de ser Igor

Venezuela es la tierra de los nombres raros. Te puedes llamar cualquier vaina, y la gente no pone caras, ni pregunta insistentemente acerca del origen etimológico del nombre. En Inglaterra, sin embargo, las cosas cambian. Presentarme a cualquier persona involucra en la gran mayoría de los casos dar explicaciones.

Las conversaciones suelen ir como sigue. Doy mi nombre. Me preguntan de dónde soy. Digo que venezolano. Pero Igor no suena como un nombre venezolano, dicen. Ahí tengo explicar que me llamo Igor porque es común en el País Vasco, y desciendo por parte de padre de vascos. Sí, claro que es ruso también, pero no es por eso. Claro, el País Vasco es una región de 3 millones de personas, con lo que alguna gente no sabe qué es y queda más confundida aún. Me imagino que cuando la ETA estaba en su apogeo era más fácil, pero hemos medio desaparecido del mapa.

Pero mi origen vasco no es el único detalle de mi vida que tengo que compartir. Tengo un acento en inglés que suena gringo a los oídos no gringos (para quienes mi acento es un misterio), lo cual naturalmente invita a la pregunta de si he vivido en los Estados Unidos. Entonces dos terceras partes de las personas que conozco se enteran de que veo mucha tele gringa por cable, que es la explicación más sencilla que tengo a mi acento.

Podrá sonar que me estoy quejando, pero nada más lejano de la verdad. Todo lo de ser venezolano con nombre vasco y acento gringo prolonga un par de minutos las introducciones y en ocasiones ha dado origen a conversas interesantes.